CAPÍTULO SEIS

Pinche Pablo, en ese momento quién hubiera pensado que terminaría por convertirse en mi aliado más importante durante el último año. Seguramente el tampoco lo sospechaba cuando me golpeó la sien con la culata de su revolver, que hijo de puta. Cuando desperté el culero todavía estaba ahí, sentado frente a mí, en el suelo, con el revolver en una mano apuntando a mi cabeza y un cigarrillo en la otra.
…Regálame una calada no… Pablo rió entre dientes, sacó una caja de cigarrillos y me la pasó… Sólo no te muevas más de la cuenta o vales madres guey… Musitó mientras me alargaba también unos cerillos. Prendí un cigarro, inhale profundamente y le eché el humo a la cara, desafiante. Él me escupió en el rostro… Mira machin, déjate de mamadas, estás metido en un pedo, mejor pórtate bien guey, aquí a la señorita le debes un varo… ¿Señorita de dónde? No chinges, yo no le debo nada a esa zorra, es más ella debería pagarme a mí… Contesté mientras me limpiaba el rostro con la manga de la camisa… Bájale de huevos machin, por que te chingo, me estas colmando la pasensia… Pablo acercó el cañón del revolver a milímetros de mi frente.
…Ahora escucha guey, aquí la señorita dice que anoche te acompañó en el bar dos horas, eso vale un toston, luego cojieron dos veces en el baño, no te hagas guey, dos bolas por cada venida, tons le debes cinco varos, más una indemnización de otros cinco por los daños físicos guey, es decir el putazo que le acomodaste en el ojo derecho… Hizo una pausa para prender otro cigarro… Revisamos tus bolsillos y apenas encontramos lo suficiente para pagar la cuenta de lo que chupaste en el bar guey, entonces ahora dime culero ¿Cómo le vas a hacer para pagar?... Mientras hacía esta pregunta presionó con el revolver en mi frente y lee dio vueltas como si fuera un taladro.
Tragué saliva, palpé los bolsillos de mi pantalón, estaban vacíos, no recordaba cuánto dinero traía encima la noche anterior, pero tampoco estaba seguro de cuánto alcohol había tomado, así que no tenía mucho sentido discutir sobre eso…Por qué no nos calmamos un poco, quieres, estoy seguro que debe haber una forma de solucionar esto… Mientras decía hablaba me recargué contra una pared fría, apenas me percataba de que estábamos en una bodega pequeña, rodeados de cajas con botellas de licor, era la parte trasera del “Lluvia de Plata”.
No se de donde sacaba tanta serenidad, ya no era yo ¿Recuerdas? Yo hubiera llorado, mojado los pantalones, suplicado por mi vida. Pero el nuevo yo todavía tuvo el descaro de pedir otro cigarro y después, mientras fumaba, soltar a bocajarro… No tengo ni un centavo más de lo que ya me robaron. Por que no le llamas a la puta, perdón señorita, para que venga aquí…
Pablo río nuevamente, mostró abiertamente sus dientes amarillos… ¿Tienes muchos huevos o eres pendejo guey? No sabes ni en que te estas metiendo machin. Mira acá entre nos, sólo por que me caíste chido, te voy a decir algo guey. Esa putita es una vieja del “Boludo”, un argentino proxeneta, culero de nacimiento, así que mejor afloja el biyuyo antes de que se entere él, por que es tipo si es mal pedo guey, no se tienta el corazón ni tantito, a mi me caí que ni tiene el culero… Pablo se calló un momento, llevó su dedo índice a sus labios y continuó… Mira yo puedo hacerte el paro guey, me caíste bien, me caí que tienes huevos y no lo digo por que yo sea putito, pero la neta creo que me puedes ser de utilidad en un bisnes y yo te ayudo a saldar tu cuenta ¿Cómo la vez guey?
No tenía opción, no me imaginaba en que podía consistir el trabajo para el cual me necesitaba Pablo, pero lo mismo daba, cualquier cosa era buena para salir de ese enredo, ingenuo de mí, apenas entraba, me limité a asentir con la cabeza. Luego ambos nos levantamos del suelo y nos estrechamos la mano… Es un trato, no me falles machin. Y a todo esto ¿Cómo te llamas guey?... Soy Ángel… no lo dudé ni un segundo, fue lo primero que vino a mi boca, definitivamente, ya no era yo.

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